27 de enero de 2013

          Deseando extrañar lo que verdaderamente apaña la felicidad, los gemidos del ruido cuando se marchan, los guantes de la hipotética realidad escondida tras un fondo invisible con forma de mundo, los sueños que inhalan la intensa respiración provocada por múltiples pulsiones ficticias, o quizás reales... quien sabe.

          La caótica imagen de un mundo colgado de un hilo infinito horroriza a la quietud, sobresalta el deseo, aunque promueve el vicio.

          La fachada de una mentira vestida de media verdad conocida por pocos por el momento, mentira atropellada por un instante de consumo excesivo de soledad guiada por el negro camino de la condescendencia.

          Bendita cadena de causas y caprichosas consecuencias que en ocasiones no vienen a cuento, una cadena de manías excéntricas que asaltan con temibles alucinaciones, y es que tanto deseo no es bueno.

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