2 de enero de 2014

          Despacio, como si cubierto por un absurdo terror se hubiese percatado de su verdad, que no era más que una ilusión nacida de un conjunto de desastrosas ideas amontonadas sobre aquel estímulo que rebosaba su atención.
Fascinado por el amargo sabor que dejaba su presencia cuando se acercaba y gritaba que la vida era maravillosa, infinita y dotada de un manojo de sensaciones que acabarían con nosotros.
Caminaba despacio fingiendo no interesarse por aquel bullicio, pues estaba seguro que de nada serviría acercarse y observar, sin embargo alguna vez tendría que hacerlo y él lo sabía, pero el miedo es demasiado poderoso, o al menos eso pensamos.
       
          Y negado en la posibilidad de intentarlo, procurando ser discreto pero a la vez dejar su recuerdo, decidió escabullirse entre la muchedumbre haciéndose pasar por un cualquiera cuando su verdadero afán rechazaba sus propias decisiones por lo que finalmente él mismo intentó persuadirse para llegar a esa especie de desenlace que empezaba aquella historia que anhelaba. 

Y hacía mucho tiempo que, pero vuelvo a estar, y he aprendido una nueva forma de mirar el mundo en todo este tiempo que a pesar de todas las...